Marco Bonilla: más imagen, menos calle
En Chihuahua capital no hay presupuesto para tapar todos los baches, pero sí para tapizar espectaculares. Porque si hay algo que el alcalde Marco Bonilla ha entendido a la perfección, es que gobernar no es transformar: es parecer que se transforma. Y para eso, nada como 330 millones de pesos en promoción personal entre 2021 y 2024. Sí, leyó usted bien. Trescientos treinta. Millones. De pesos. Más que lo invertido en obras como el polideportivo "Luis H. Álvarez" o el Distribuidor Vial Sur. En esta ciudad, el cemento más usado es el de la propaganda.
Pero la austeridad, como siempre, es para los de abajo. Porque mientras el alcalde se tomaba la foto, uno de sus contratos más recientes fue para Agustín Torres Ibarrola, cuñado de Marko Cortés, el jefe nacional del PAN. La cifra: 666 mil pesos. ¿Coincidencia numérica o guiño infernal? Nadie sabe, pero lo que sí queda claro es que el dinero público fluye generoso cuando se trata de beneficiar a la familia azul. El contrato fue aprobado justo antes de que Bonilla pidiera licencia. Porque si vas a irte, que sea dejando los cheques firmados.
Y mientras los amigos cobran y las bardas sonríen con cara de campaña, el centro histórico se cae a pedazos. Ahí está el edificio conocido como la "Galería del Horror", entre la Neri Santos y Doblado. Abandonado, grafiteado, lleno de basura y convertido en refugio improvisado para personas en situación de calle. El sitio es un foco de inseguridad y decadencia urbana. ¿Y qué dice el alcalde? Que es problema del Gobierno del Estado. Ah, claro. Porque cuando se trata de presumir "ciudad moderna y segura", Bonilla pone la cara. Pero cuando hay que resolver los problemas, saca la libreta de excusas.
Y por si hiciera falta una metáfora perfecta del fracaso disfrazado de movilidad moderna, un camión del sistema Bowí ardió en plena calle. Literalmente. El incendio fue provocado por una falla en las balatas de una unidad adquirida durante el sexenio de Javier Corral, pero que el gobierno municipal actual presumía como "activo en funcionamiento". Y no, no fue un simulacro. En esta ciudad, el transporte público está tan mal que ya parece autodestructivo. Un sistema que quema recursos, esperanzas… y camiones.
Así funciona el modelo Bonilla de gobierno: más inversión en imagen que en solución, más contratos que respuestas, más "likes" que luminarias. Pero, eso sí, con la moral bien puesta y los discursos bien ensayados.
Mientras tanto, los ciudadanos caminan entre banquetas rotas, edificios fantasma y transporte incendiado. Pero tranquilos, que al menos tenemos un alcalde que se ve muy bien en las fotos.