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www.elisntante.com.mx.- El testimonio de Rubén Vives, un guatemalteco de 32 años, podría parecerse al de millones de inmigrantes centroamericanos que llegaron a Estados Unidos durante la guerra civil, pero hace tres años empezó como reportero a denunciar historias como la que este año le valió el premio Pulitzer.

Con cinco años, Rubén Vives llegó a Los Ángeles con su abuela, su tío y unos primos en una camioneta que los llevó desde Mazatenango, en Guatemala. Su primer recuerdo es que lo entregaron "a dos extraños", sus padres, que con un año lo habían dejado a parientes para buscar un futuro en Estados Unidos.

Entre las tantas excepciones del destino de Vives, criado en Echo Park, un barrio angelino hasta hace pocos años criadero de pandilleros, resalta que se enteró de que "era un indocumentado cuando tenía 17 años", contó Vives en una entrevista a la AFP. "Mi mamá me dijo: ´hijo sus papeles están vencidos´ cuando estaba terminando la secundaria".

Su madre nunca le habló abiertamente de sus papeles, hoy en día por temas de salud de su madre -ya ciudadana estadounidense- no puede dar más detalles, pero logró la residencia gracias a la misma persona que puso el oficio del periodismo en sus manos.

"Mi madre limpiaba la casa y cuidaba los niños de una columnista de Los Angeles Times, Shawn Hubler, y gracias a ella encontramos un abogado migratorio que me ayudó a solucionar mi problema y, luego, un día me ofreció un trabajo de verano como asistente de los reporteros en el periódico", dijo.

"Mi historia era como la de cualquier inmigrante que trabajó duro en este país, pero ahora es diferente: me hice periodista y ganamos un Pulitzer", dijo este joven, que desde hace tres años informa de manera oficial, y pocos días después de escuchar el anuncio de que ganó junto a Jeff Gottlieb el premio Pulitzer por servicio público.

En una serie de artículos divulgados el verano pasado, Vives y Gottlieb publicaron una serie de informaciones sobre una trama de corrupción entre funcionarios públicos de Bell, una pequeña y pobre ciudad del condado de Los Ángeles que terminó con el arresto de ocho funcionarios.

"En tiempos donde la gente dice que los periódicos están muriendo, con este premio siento que podemos decir con la voz en alto que no es así", apuntó Vives. "Le dimos la oportunidad a una pequeña ciudad de defenderse y de eso tiene que tratarse el periodismo", reitera sin perder un tono llano.

La historia personal de Rubén Vives sirve para un guión de esas cintas de superación personal que encantan en Hollywood y la historia que le valió el premio para enfatizar "que el periodismo de servicio público no puede morir", recalcó el reportero.

"Lo único que tenemos que hacer los periodistas es adaptarnos al Facebook, al Twitter. Ahora hay mucha más gente que nos puede leer, desafortunadamente no hay tanto dinero pero espero que la historia de Bell recuerde a la gente lo que pasa cuando no hay periódicos, cuando no hay un periodismo que está vigilando a las autoridades".

En sus 10 años como asistente de reporteros, Vives siempre jugó con la idea de dedicarse un día al periodismo mientras "sacaba fotocopias, priorizaba correspondencia y buscaba material", hasta que le pidieron traducir a fuentes latinas en una investigación. "Se trataba del caso de un hospital donde se estaban muriendo pacientes por mala praxis médica y errores de las enfermeras, las víctimas eran en su mayoría afroamericanos y latinos", contó.

Finalmente, en 2008 las autoridades cerraron ese hospital por faltas graves. "Fue entonces cuando comprendí qué era el periodismo, que era eso lo que quería hacer y me fui a la jefatura de redacción a pedir una oportunidad para escribir", recordó Vives sin olvidar a un montón de colegas que le motivaron. "Cuando me dijeron: ´Sí, te vamos a dar un trabajo para un blog del diario para reportar las muertes´, no me lo podía creer, sentía que desde que había llegado de Guatemala había trabajado duro para lograr esto".

Entre 2004 y 2008, Vives se empeñó por mantenerse en la redacción haciendo lo que fuera, incluso se inscribió "en la escuela de periodismo de una universidad estatal, muy cara para pagar, pero lo hacía con 400 dólares al mes", dijo.

Luego se enteró de un programa del mismo diario en que si sacaba buenas calificaciones le devolvían las mensualidades "y así lo hice y no pagué más", reveló sobre los estudios que abandonó por la enfermedad de su madre.

Sus destrezas como reportero le valieron su ascenso a reportero general "para cubrir incendios, terremotos, lo que sea".

El próximo mes viajará a Nueva York con Jeff Gottlieb y la fotógrafa Barbara Davidson -ganadora de un Pulitzer por otro trabajo del mismo diario-, a recibir el máximo galardón para la prensa estadounidense.

La portada de dos ejemplares del diario Los Angeles Times fotografiadas en la ciudad californiana el 7 de mayo de 2007. Rubén Vives, periodista de esta cabecera, fue galardonado con el premio Pulitzer en la edición 2011.