La milicia islamista de Boko Haram ha difundido un nuevo vídeo en el que asegura que el más de dos centenares de jóvenes secuestradas, el pasado 14 de abril en un internado de Nigeria, solo serán liberadas a cambio de miembros del grupo radical presos en las cárceles del país.
En la grabación, recogida por la agencia AFP, el líder de Boko Haram, Abubakar Shekau, reconoce que las jóvenes, cuyo paradero sigue siendo desconocido, han sido convertidas al islam.
Históricamente, las negociaciones entre la milicia y el Gobierno de Nigeria siempre han caminado por el alambre del desastre.
Ya en noviembre de 2012, el grupo armado había establecido sus primeras demandas para iniciar conversaciones de paz con el Ejecutivo y poner así fin a una sangría humana que, entonces, ya amenazaba la estabilidad del país africano.
Entre las principales reclamaciones del grupo rebelde se encuentraban que ambas partes se trasladaran a Arabia Saudí para desarrollar el armisticio, que el exmandatario Muhammadu Buhari se involucrara en el proceso, así como la detención inmediata de Ali Modu Sheriff, exgobernador local (y acusado de ser la mano negra detrás del grupo en sus comienzos).
De igual modo, a mediados del pasado año, Boko Haram rechazó la idea de una amnistía contra sus miembros por parte del Gobierno de Nigeria, a quien acusó de cometer «atrocidades» contra la comunidad musulmana.
Entonces, el presidente, Goodluck Jonathan, apostaba por la creación de un equipo de expertos para valorar la viabilidad de un perdón público al grupo islamista. Sin embargo, y a pesar de los más de 5.000 muertos ocasionados por los rebeldes, la milicia prefiere optar por el victimismo.
«Sorprendentemente, el Gobierno nigeriano habla de otorgarnos una amnistía. ¿Qué mal hemos hecho? Por el contrario, somos nosotros los que deberíamos dar el perdón», aseguró entonces en un comunicado Abubakar Shekau, el enigmático líder de la milicia.
Los problemas de negociar
La posibilidad de conceder un indulto al grupo armado o un canje por prisioneros suscita cierta polémica entre los actores en conflicto. Éste es el caso de la sección juvenil de la Asociación Cristiana de Nigeria, quien advierte al mandatario nigeriano de que cualquier acuerdo con el grupo islamista «encendería la rabia religiosa».
Por un lado, ante lo complicado de establecer una clara línea de comando en la facción islamista. Por ejemplo, el autor de la oferta a finales de 2012, realizada en inglés (un idioma inusual de la guerrilla), se hacía llamar Abu Mohammed Ibn Abdulaziz, pese a que el seudónimo de batalla de todos los portavoces de Boko Haram es Abu Qaqa.
Segundo, ante lo desastroso de experiencias pasadas: A mediados de 2011, el presidente nigeriano, Goodluck Jonathan, ya mostró su disposición a entablar negociaciones con los rebeldes islamistas. En aquel momento, el mandatario (que recordó el éxito de la amnistía general decretada, en 2009, contra los grupos rebeldes de la Delta del Níger para su incorporación a la sociedad civil) aseguró que «ningún Gobierno quiere asesinar a los ciudadanos de su propio país», por lo que «la mejor opción siempre es negociar». Sin embargo, ambas partes nunca llegaron a sentarse en la mesa de negociaciones.
Y tercero, porque la cabeza pensante que en el pasado ha sido designada por la milicia como uno de sus interlocutores gubernamentales, el exmandatario Muhammadu Buhari, ya ha demostrado su negativa a «conversar con terroristas».
El pasado 14 de abril hombres fuertemente armados asediaron una escuela en Chibok –en el stado norteño de Borno– y secuestraron a más de dos centenares de estudianteslas.
Desde entonces, la comunidad internacional se ha volcado pidiendo la liberación de las niñas secuestradas. Recientemente, Michelle Obama se ha sumado a lista de personalidades que han participado en la campaña #Bringbackourgirls (Traed de vuelta a nuestras niñas), que reivindica la puesta en libertad de las víctimas