Panamá. En 1971, cuando visité por primera vez este país, participé en una Vigilia de protesta organizada por la iglesia ante la desaparición, el 9 de junio de 1971, del padre Héctor Gallego Herrera (1938-1971) de origen colombiano.
En 1967, después de ordenarse sacerdote en Medellín, de inmediato se traslada a Panamá a trabajar en la recién creada diócesis de Veraguas, a cargo del obispo Marcos Gregorio McGrath. Tiene entonces 29 años.
El obispo lo envía a Santa Fe, zona de montañas y población dispersa, para colaborar con el padre Alejandro Vázquez y unas religiosas franciscanas en atención de los indígenas.
La región se caracterizaba por carecer de vías de comunicación, pero sobre todo por las condiciones de extrema pobreza de la población y las consecuencias de la misma.
Y también por la presencia de un sistema feudal, en pleno siglo XX, a cabo de unos cuantos terratenientes que en ese entonces explotaba la mano de obra en condiciones salvajes.
El padre por instrucciones del obispo funda y se hace cargo de la parroquia de Santa Fe en 1968. Crea Comunidades de Base para el Estudio del Evangelio, y también cooperativas.
Se inspira en las ideas del Concilio Vaticano II, La II Conferencia General Federal del Episcopado Latinoamericano (CELAM) y la naciente Teología de la Liberación.
Gallego predica en contra de la injusticia y la explotación y a favor de una nueva y mejor vida, para los habitantes de la parroquia.
Su trabajo e ideas chocan frente a los intereses de los terratenientes y también de las estructuras del poder político. Ellos quieren que las cosas sigan igual que siempre.
El poder económico y político acusa al padre de comunista y subversivo. Y también cuestionan el trabajo de la diócesis y su obispo.
En octubre de 1968, los militares dan golpe de Estado y se hacen del poder. Se tensan las relaciones entre la Iglesia y la dictadura militar.
Los militares se alían con los terratenientes. El proyecto social que impulsa el padre es visto como una amenaza al orden establecido.
En junio de 1969, Gallego recibe una paliza y en diciembre es encarcelado, pero pronto puesto en libertad. No pueden probarle ninguna de las acusaciones.
El dos de julio de 1970 lo detienen integrantes de la Guardia Nacional. El obispo habla con el presidente Omar Torrijos y lo libera.
Torrijos lo quiere conocer y Gallego se reúne con él. Le habla de su proyecto a favor de los indígenas. El presidente le dice que cuente con su apoyo, para el trabajo que realiza.
En los hechos esto no se da y las estructuras políticas y militares de la dictadura sabotean su obra. El 23 de mayo incendian un rancho donde duerme, pero logra salir con vida.
Gallego continúa con el trabajo de acompañar a las comunidades y las cooperativas. El 1 de junio de 1971 busca reunirse con Torrijos, para informarle de la situación. No lo recibe.
Entonces, le escribe una carta donde le expresa su preocupación por la vida de los dirigentes campesinos y los integrantes de las comunidades.
En Panamá, el 4 de junio, da una entrevista a Radio Católica Hogar donde denuncia la explotación de los terratenientes de Santa Fe.
El Estado Mayor del Ejército decide capturar y reportar al padre bajo la acusación de comunista. De Panamá el 6 de junio regresa a Santa Fe para seguir con su trabajo.
No desconoce su situación, pero no está dispuesto a claudicar y dejar de luchar por la justicia y por que mejoren las condiciones de vida de los indígenas y campesinos.
En la noche del 9 de junio de 1971 dos agentes del Departamento Nacional de Investigaciones (DENI), la policía secreta, lo sacan a la fuerza de la casa de un campesino donde se aloja. Ya nunca mas se le vuelve a ver.
El 10 de junio de 2018, después de 47 años, se encuentran los restos del padre Gallego que después de ser asesinado fue enterrado en el cuartel Los Pumas de Tucumán. Eso ocurrió el mismo día que fue apresado.
El día de la Vigilia y sobre todo la figura del padre Gallego nunca se me han olvidado. Siempre me han acompañado.
Twitter: @RubenAguilar