Hoy es 28 de Noviembre de 2024

LIC. JOSÉ REYES TERRAZAS
GOBERNADOR CONSTITUCIONAL DEL ESTADO
P R E S E N T E.-
Como en tantas otras ocasiones, le envío esta carta que solo en apariencia se equivoca de buzón. Quiero comentarle cómo se ven, de lejos por supuesto, dos o tres aspectos que atañen a la sucesión rectoral de la que algún día fue mi superior centro de educación: la Universidad Autónoma de Chihuahua. Subrayo de inicio, sin negar algunos avances, que es mucho lo que falta por hacer en la institución para transformarla en sólido pilar de las ciencias y las humanidades en esta región de la república.

La histórica derrota del movimiento estudiantil de 1973-1974 trajo entre una de sus más perniciosas consecuencias un ya largo proceso de
derechización que canceló la apertura al pensamiento crítico con la expulsión de los contrapesos ilustrados, liberales y socialistas, tan importantes en una universidad para prodigar las mejores condiciones
de producción del conocimiento y reproducción de profesionistas, artistas, intelectuales vinculados al mejor desarrollo de las ideas que se funden en los moldes de los grandes intereses de la sociedad,
hoy relegados.

En especial deploro el odio en contra de las ciencias sociales en la UACH, lo que ha dictado la ausencia del cultivo de las mismas. Usted sabe que es fácil de explicar el porqué de la exclusión que padecieron
y aún padecen valiosas personas a las que se les ha negado la vida académica que se restringió a un privilegio acotado por el otorgamiento de cátedras a quienes garantizan sumisión e inmovilismo, lo que nos ha colocado en un ambiente de banalidad y cretinismo.

No ha sido excepción observar que el mejor pasaporte para impartir una asignatura es dar evidencias claras de ignorancia, porque hasta el saber poco y prodigarlo también es subversivo.

Solo los necios y los que tienen ideas interesadas por el engaño no aceptan que a la UACH le falta un golpe de timón. La cultura requiere vientos nuevos que demuestren que atrás quedaron los José R. Miller,
los Reyes Humberto de las Casas Duarte, los Rodolfo Acosta Muñoz, los Rodolfo Torres Medina, los José Luis Franco, este último que hizo de la universidad un tema policiaco para la página roja.

Es cierto, no veo que esto esté a la vuelta de la esquina y tampoco que haya que renunciar a esa meta. Sé que esa imposibilidad la bloquea la corrupción de la juventud propiciada por las mismas estructuras del
poder que nos hablan, por ejemplo, del consumo de 700 cartones de cerveza en una simple actividad de control estudiantil. En verdad resulta grotesca la pertinaz acción de la derecha por hacerse de la UACH para entregársela al Opus Dei, a la que no le bastan sus propios aparatos y quiere devorar las instituciones públicas de enseñanza superior.

A estas alturas le ha de resultar ya largo el viaje por estos párrafos, por eso arribo a lo que hoy es oportuno decir con acentuado énfasis y que tiene que ver con lo que usted personalmente puede hacer hoy por más que me replicara que nada está en sus manos ante la calidad de autónoma de la universidad, lo que los dos sabemos no es cierto tratándose de la elección del rector.

La miga de esta carta está en parte en su ubicación universitaria en la familia de los abogados donde se encuentra con amigos que le son muy queridos como Rubén Portillo y Fernando Rodríguez Moreno, ambos precandidatos a la rectoría. Ellos obviamente que tienen diferencias y compiten por el cargo y por su apoyo. El primero representa la apertura de las puertas de la universidad a la logia del Opus Dei con
toda la carga que esto implica. El otro solo tiene su sombra protectora. Todos sabemos aquí que gran parte de sus vidas políticas y públicas las han hecho juntos y además estamos enterados que han concluido a su lado un largo ciclo.

Llama la atención el caso de Fernando Rodríguez Moreno. Todos sabemos que el reparto de cargos, limitados como son, ya no da la posibilidad para otorgarle una sobre vida, más si vemos el tema con un mínimo de racionalidad. Este político sin su halo protector quedaría expuesto a tener que demostrar que se puede valer de sus propios medios y habilidades para lograr espacios que quizá ya no le llegarían fuera de su padrinazgo.

O qué, ¿es una necesidad muy grande conseguirle un empleo al alto precio de hacerlo rector con calzador y en caso extremo regalarle una magistratura?, ¿se quiere un fin de sexenio con la puesta en escena de la pieza La empleomanía?

No tiene por qué, a mi juicio, pagar la UACH la factura de que Marco Adán Quezada haya alcanzado con un trabajo más astuto la postulación como alcalde de Chihuahua. La universidad no debe ser un hospital de desvalidos y accidentados políticos.

Esto lo escribo, insisto, desde la lejanía de más de treinta años de la UACH y no representa interés alguno más allá de reconocer que pese a todo los males que yo pueda ver en la institución, los universitarios tiene un andamiaje hecho para transitar hacia la toma
de la decisión de elegir rector, sobre todo si usted no se los impide pues por lo que se refiere a Rodríguez Moreno usted es su único soporte posible. Ciertamente sin su apoyo él caería en cesantía, pero no se perturbaría ni se entraría en transgresión en contra de la universidad.

Me pregunto y contesto: ¿veo hoy una alternativa? No, pero más grave será heredar un rector por seis años lastimando un proceso que si se deja en manos de quienes pueden tomar la decisión, cuando menos
evitará una confrontación por el poder universitario carente de contenido.

Reciba mis atentos saludos.
Jaime García Chávez