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www.elinstante.com.mx.- Numerosos muertos fueron esparcidos por la marea en la costa noreste de Japón, los crematorios están atestados y a los socorristas se les terminaron las bolsas para cadáveres en momentos en que la nación afronta una realidad lúgubre.

El tsunami del viernes que siguió a un potente movimiento telúrico suscitó una crisis en los planos humanitario, económico y nuclear, la cual tendía a agravarse el lunes.

Millones de personas aguardan su cuarta noche sin agua, alimentos ni calefacción en un clima con temperaturas casi gélidas en el litoral asolado por el desastre.

Al mismo tiempo, un tercer reactor de una planta nuclear registró un desperfecto que paralizó su sistema de enfriamiento y las barras de combustible en otro quedaron totalmente expuestas poco tiempo. Ambos problemas aumentaron los temores de una posible fusión.

La bolsa de valores estaba a la baja ante la expectativa de que grandes empresas japonesas como Toyota y Honda registren enormes pérdidas.

Un funcionario policial dijo que 1.000 cadáveres fueron traídos por las olas y quedaron esparcidos a lo largo del litoral de la prefectura (provincia) de Miyagi. El funcionario solicitó el anonimato debido a políticas del departamento.

Con estos cadáveres, la cifra oficial de muertos se elevó a unos 2.800, aunque el jefe de la policía de Miyagi dijo que se calcula poco más de 10.000 personas habrían muerto sólo en esta provincia, la cual tiene una población de 2,3 millones de habitantes.

En la localidad de una prefectura vecina, el crematorio no tenía capacidad para incinerar los numerosos cadáveres.

"Hemos comenzado las incineraciones, pero sólo tenemos capacidad para 18 cadáveres por día. Estamos abrumados y hemos solicitado a otras ciudades que nos ayuden. Sólo tenemos un crematorio en la localidad", dijo a The Associated Press, Katsuhiko Abe, funcionario en Soma.

En Japón, la mayoría de la gente opta por la cremación de sus muertos, un proceso que, como una inhumación, necesita en primer lugar el permiso de la autoridad local.

Sin embargo, el gobierno adoptó el lunes la medida inusual de dispensar la autorización a fin de que los funerales tengan celeridad, dijo Yukio Okuda, funcionario del Ministerio de Salud.

"La situación actual es muy extraordinaria y es muy posible que los crematorios rebasen su capacidad de funcionamiento", afirmó Okuda. "Esta es una medida de emergencia. Deseamos asistir lo más que nos sea posible a las personas afectadas por el sismo".

El doble desastre del viernes ha acarreado penurias inimaginables para las personas en este país industrializado, una potencia de Asia que no había visto una crisis de tal magnitud desde la Segunda Guerra Mundial.

En muchas zonas no hay agua potable ni electricidad, y hay que hacer fila durante cuatro o cinco horas por gasolina. La gente sortea el hambre con sopas de fideo instantáneas o albóndigas de arroz mientras hace frente a la pérdida de sus seres queridos o viviendas.

"La gente está sobreviviendo con poca comida y agua. Las cosas simplemente no están llegando", dijo Hajime Sato, funcionario del gobierno en la prefectura de Iwate, una de las tres más asoladas por el tsunami.

"Le hemos solicitado reiteradamente al gobierno que nos ayude, pero el gobierno está abrumado con la magnitud de los daños y la enorme demanda de alimentos y de agua", dijo a The Associated Press.

Sato indicó que las autoridades locales solicitarán a las funerarias de otros países que les envíen ayuda para enterrar a sus muertos.

La destruida costa ha sido sacudida por más de 150 réplicas desde el viernes, la más reciente de una magnitud de 6,2, que fue seguida de una falsa alarma de maremoto el lunes. Abandonando su operación de búsqueda, los soldados les dijeron a los residentes de la devastada costa de Soma, el pueblo más afectado en la prefectura de Fukushima, que corran a las alturas.

Mientras las sirenas ululaban, los soldados gritaban "¡corran a tierras más altas! ¡Váyanse de aquí!" Varios soldados fueron vistos llevando a una anciana por una colina cubierta de barro. La alarma resultó falsa.

"Esta es la peor crisis que afecta a Japón desde que terminó la guerra hace 65 años", destacó el primer ministro Naoto Kan a los periodistas el domingo, agregando que el futuro del Japón sería decidido por su respuesta.

Cuadrillas de búsqueda llegaron a Soma por primera vez desde que ocurrió el desastre el viernes para desenterrar a las víctimas. Las ambulancias esperaban y las bolsas para los cadáveres eran colocadas en zonas adyacentes limpias de escombros, mientras los bomberos usaban picos y motosierras para despejar una indescriptible maraña de madera, piezas de plástico, techos, barro, automóviles retorcidos, cables de alumbrado público enredados y electrodomésticos.

Los helicópteros sobrevolaban, evaluando la destrucción que cubría el horizonte. Algunos buques quedaron volcados sobre caminos adyacentes a la costa hasta a un kilómetro, tierra adentro. Las autoridades dijeron que una tercera parte de la ciudad de 38.000 habitantes estaba inundada y miles habían desaparecido.

Según las autoridades se ha confirmado la muerte de más de 2.800 personas, entre ellos 1.000 hallados el lunes, y más de 1.400 personas están desaparecidas desde el viernes. Otras 1.9000 han quedado heridas