Es incomprensible que uno de los principales líderes de la CNTE, Francisco Bravo, dirigente habitualmente sensato de la facción disidente del Sindicato Nacional del magisterio en la sección 9 del DF, dijera anoche que el repliegue a que la policía obligó a los plantados en la explanada del Monumento a la Revolución significó la "ruptura absoluta del diálogo con el gobierno capitalino…".
Incomprensible, porque las únicas conversaciones que la administración de Miguel Ángel Mancera sostenía con ellos versaban solo sobre los corrosivos efectos que el campamento ha tenido en la Plaza de la República y sus inmediaciones, así como a la sana liberación del espacio de mayor atracción familiar, el de las fuentes, invadido por quienes bien saben que sus pretensiones económicas deben renegociarlas con los gobiernos de sus estados de procedencia.
Porque si diálogo de fondo fuera, ninguno que sostuvieran con autoridades locales podría resolver la provocadora y regresiva demanda de dar marcha atrás a la reforma educativa.
Amenazantes, los pocos "defensores" de la ocupación corearon frente a los granaderos: "¡Mancera/ fascista/ te tenemos en la lista...!".
Mancera, ¿"fascista"?
No tienen la menor idea de lo que significa el término: lo que le endilgan al jefe de Gobierno les queda mucho mejor a ellos, precisamente ¡por intolerantes!
¿Y cuánto no les han tolerado tanto las autoridades capitalinas y federales, así como la población defeña en general, privada de importantes espacios públicos por activistas de un movimiento político vergonzante que medra con disfraz de "magisterial" y "educativo"?
Mancera, ¿"fascista" por devolver a sus gobernados y visitantes de la Ciudad de México espacios secuestrados por quienes, paradójicamente, con una actitud sectaria y contrarrevolucionaria, venían usando como dormitorio y excusado?
"Son presiones de la clase empresarial…", afirmó también anoche el profesor Bravo, a sabiendas de que sus correligionarios de Oaxaca, Chiapas, Guerrero y Michoacán habían aceptado desde el mediodía la lógica del repliegue, y que después de sus desconfiables "consultas a la asamblea" regresaron por la tarde con la cantaleta de siempre: que sí, que no, que el macalacachimba.
Repudiados en sus lugares de origen por madres y padres de familia cuyos hijos han sido usados para conseguir prebendas, los profes cuya irresponsabilidad alienta el auge de las escuelas privadas amenazan con reactivar mañana su plantón con nuevos contingentes que viajen al DF para desquiciarlo.
Pues mañana quién sabe, pero al menos este lunes de Reyes el gobierno de la Ciudad de México ha hecho posible que muchos niños disfruten de la parte más divertida y espectacular de la Plaza de la República.
Con el acotamiento del estéril plantón, Miguel Ángel Mancera imprime un sello de carácter a este arranque de nuevo año en una gestión que se perfila cada vez más incómoda, de hoy en adelante, para maistros devenidos bochornosos emisarios del pasado.