Desde que Mary Shelley creó el ominoso personaje de Frankenstein, la humanidad oscila entre el temor y la confianza en el futuro y sus invenciones, en especial de las máquinas inteligentes.
Y mientras el futuro parece acercarse más y la realidad hace recordar cada vez más a la ciencia ficción, los temores y el optimismo parecen llegar por partes iguales.
La idea de computadoras con pensamiento independiente, tan listas como los humanos y capaces de operar de forma autónoma e improvisar ya no es tan lejana y en cierta forma no tan ominosa como alguna vez pareció.
Las posibles consecuencias son igualmente serias, sin embargo.
En lo que parece un anuncio del porvenir, la empresa japonesa Softbank presentó la semana pasada un robot que la agencia The Associated Press describió como "equipado con un ‘corazón’, diseñado no sólo para reconocer emociones humanas, sino reaccionar con simulaciones de alegría, ira e irritación".
El robot llamado Pimienta se mueve sobre ruedas, tiene una cabeza redonda y una pantalla en el pecho. La empresa, que tiene socios chinos y taiwaneses, afirma que deseaba ofrecer "un robot con amor".
Por su parte, investigadores de Microsoft y la Universidad de Ciencia y Tecnología de China lograron una computadora que supera a los humanos en problemas que hasta ahora confundieron a las máquinas.