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El 10 de abril escribí en estas mismas páginas Migración: Discursos y realidades donde daba cuenta del cambio de la política migratoria del presidente López Obrador que no pudo resistir a la presión del presidente Trump, que amenaza con no apoyar la aprobación del T-MEC.

Todos los días se endurece la política del actual gobierno en contra de los migrantes y aumenta el número de las deportaciones sobre todo de los centroamericanos que son los más. En marzo el gobierno mexicano deportó a 12,746 y del 1 al 22 de abril 11,800. El número sigue creciendo.

El lunes 22 de abril un operativo sorpresa del INAMI y la Policía Federal detuvo a casi 400 centroamericanos que avanzaban del municipio de Mapastepec a Pijijiapan, Chiapas. Los agentes tomaron por la fuerza, en contra de su voluntad, a niños, mujeres y hombres y los subieron a diez autobuses que ya estaban en el sitio.

Las escenas de televisión y las fotografías en los periódicos de México y Estados Unidos son expresión incuestionable del cambio de la política. Una imagen dice más que mil palabras. La realidad se impone a los discursos.

En la comparecencia de la mañana del martes 23 de abril una periodista pregunta al presidente sobre la política migratoria y los sucesos de Chiapas. Y como siempre responde, contra toda evidencia, que la política migratoria no ha cambiado.

Ante la gravedad de los hechos y de las imágenes y también de la no respuesta del presidente, que parecía no estar enterado de lo que había ocurrido, salieron a dar conferencia de prensa el secretario de Relaciones Exteriores, la secretaria de Gobernación y el director del INAMI.

Acusaron a los migrantes de no dejarse aprehender y de arrojar piedras y palos a los agentes del INAMI y la Policía Federal e insistieron en que no hay ningún cambio en la política migratoria y que México solo hace que se respeten sus leyes en la materia.

En el tema migratorio la posición del presidente y sus funcionarios no solo es mentirosa sino cínica. El presidente y su gobierno tienen un doble discurso. Pregonan una cosa y hacen exactamente lo contrario de lo que dicen.

El presidente debería dar la cara y reconocer que la política migratoria que anunció y pregona no es posible. Que las presiones de Estados Unidos son insostenibles y que lo que está en juego obliga a su gobierno a la política de deportaciones masivas.

Lo que es inadmisible, es cuando se entra al campo del cinismo, es endurecer la política de deportaciones y decir que no pasa nada y que todo sigue igual. El presidente no puede y no debe seguir mintiendo. Lo que le toca es dar explicaciones y no engañar.

La imagen exacta de la verdadera política migratoria del presidente López Obrador es la del agente del INAMI jalando a una mujer con su niño en la carriola, para llevarlos presos a un autobús, de ahí a una estación migratoria y luego deportarlos a su país.