América Latina tiene el 8 % de la población mundial, pero contribuye con un tercio de todos los homicidios que ocurren en el mundo.
El problema tiende a crecer y si no se hace nada, la tasa regional de homicidios que es de 21 por 100,000 habitantes puede llegar a 35 por 100,000 habitantes para 2030.
Estudiosos del tema como Robert Muggah y Nathalie Alvarado, plantean que es posible reducir la tasa de mortalidad en 50 % en 10 años, que salvaría de la muerte a por lo menos a 413,000 personas.
Estos especialistas encuentran cinco razones para explicar la persistencia de la violencia en la región:
La iniquidad económica y social. De los 15 países más desiguales del mundo 10 se encuentran en ella.
Desempleo juvenil. El 13 % de la población entre los 15 y 24 años no tiene empleo. Y la mitad de los que trabajan lo hacen en empleos informales.
Debilidad de las instituciones de seguridad y justicia. No son profesionales, son corruptos y por lo mismo no gozan de la confianza ciudadana. Solo 20 de cada 100 asesinatos tienen una sentencia judicial.
Crimen organizado. De manera particular el narcotráfico que mueve decenas de miles de millones de dólares al año.
El tipo de urbanización de las ciudades, la abundancia de armas de fuego, el acceso al alcohol, el machismo y la desigualdad en las relaciones de género.
Las soluciones que proponen estos investigadores son de carácter multidimensional y éstas deben optarse con base en datos y evidencias bien fundadas. En su visión, las soluciones multidimensionales más exitosas articulan tácticas policiales inteligentes y programas económicos y sociales destinados, sobre todo, a jóvenes en riesgo.
Plantean que esta estrategia o estrategias deben aplicarse de manera específica en los siete países con las tasas de homicidios más altas: Venezuela, Honduras, El Salvador, Guatemala, Brasil, Colombia y México.
La eficacia de las estrategias multidimensionales radica en la posibilidad de orquestar la acción conjunta de gobierno, empresa y sociedad civil, que son los actores de la gobernanza