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En el municipio de Madera existen varios sitios arqueológicos pertenecientes a la Cultura
Casas en Acantilado, la cual se desarrolló en los tiempos de mayor auge de Paquimé, es
decir, entre 1200 y 1400 de nuestra era. Las 40 Casas, el Conjunto Huápoca y Cueva Grande
son tres zonas arqueológicas abiertas al público dónde los visitantes conocen sobre la vida de
aquella importante cultura. Para recorrer estos lugares, sin embargo, se recomienda contar
con buena condición física debido a las largas distancias y la dificultad del terreno.
En Las 40 Casas este año se llevó a cabo la sexta edición del Festival Sol de Acantilados el
cual tiene como objetivo sensibilizar a los visitantes sobre el patrimonio arqueológico y el
entorno natural. Así, las familias que llegaron hasta este espacio cultural realizaron el
recorrido hasta Cueva de las Ventanas, logrando una interacción increíble con la naturaleza,
llena de pinos, encinos, madroños, táscate y zacate cuyo color dorado resulta muy
contrastante con el azul del cielo. El recorrido inicia en el mirador junto a la casa de custodios
y consta de más de 900 metros a través de un sendero que cuenta con escalinatas que
facilitan el caminar. Luego de pasar por un pequeño mirador y dos áreas de descanso se llega
hasta la parte baja del acantilado por donde corre el arroyo de El Garabato, el cual se
atraviesa mediante un puente colgante.
A partir de allí inicia la parte más difícil del recorrido pues es la de mayor inclinación; consta de
poco más de 200 metros que a su término permite el arribo a la Cueva de las Ventanas. El
emblemático sitio arqueológico es la meta final de los paseantes.
Los recorridos se llevaron a cabo por jóvenes guías, quienes brindan información y
recomendaciones sobre el sitio y conducen a los grupos de turistas hasta la cueva. Donde
explican que las familias que habitaron ese lugar lo hicieron hace 800 a 900 años. Los
visitantes manifestaron que es un "lugar inspirador y solo conocido por fotografías; verlo en la
realidad es bastante emotivo, al igual que escuchar el viento que corre por los árboles, el
arroyo, pero sobre todo ver las antiguas casas en la cueva es bastante emocionante". 
El arroyo del Garabato habla de lo intrincado de la Sierra Madre Occidental y describe la
posibilidad de vida en este macizo montañoso con sus oquedades donde floreció la vida.
También llama a reflexionar sobre su arquitectura de tierra apisonada que se hacían con
materiales del mismo entorno. Al situarse en un lugar muy elevado, se empleaban maderos
gruesos para soportar la estructura y otros eran empleados en el entrepiso. Esto hace
entender el por qué construían de esta forma.
Pero aquí también hubo tradiciones y creencias asociadas al sol, el fuego y el viento. Incluso
algunas fachadas de las viviendas fueron decoradas con pinturas murales. Por las orillas del
arroyo del Garabato pasaron muchos comerciantes que llevaban y traían productos entre la
región de Paquimé y la costa del estado de Sonora. El Instituto Nacional de Antropología e
Historia cuenta con más de 190 zonas arqueológicas abiertas  al público con visita regulada,
una de ellas es Las 40 Casas, que fue declarada como Zona de Monumentos Arqueológicos
en enero de 2002.

Redacción