"En los tiempos de las bárbaras legiones
de lo alto de las cruces colgaban a los ladrones…
Hoy, en pleno siglo del progreso y de las luces,
del pecho de los ladrones cuelgan las cruces".
La mayor parte de los mexicanos solemos recitar célebres frases en tono de mofa al referirnos a una situación desfavorable que nos esté sucediendo en el día a día, tales como "por eso estamos como estamos" o "por eso México no progresa". Citando el clásico ejemplo de la gasolina, es por todos conocido que cada vez que llegamos a una estación de gasolina, al observar el pequeño número que señala el precio a pagar por litro del aludido líquido, nos percatamos de que aquel cada vez es mayor; y ¿cuál es nuestra reacción?: "chingado, ya subió otra vez la gasolina". Y ya.
Simplemente nos limitamos a extender el billete al hombre encargado, damos gracias y nos vamos, sin posibilidad alguna de quejarse, pues en ese momento no disponemos de nuestro tiempo y forzosamente debemos recargar el tanque del automóvil que nos transporta, pues amenaza con morir a media avenida. Y pretexto como éste hay miles y para todas y cada una de las situaciones en que podamos encontrarnos. ¿Por qué? Muy sencillo: porque no tenemos la cultura de alzar la voz, es porque desde pequeños se nos ha enseñado a conformarnos con lo que tenemos; y no es culpa de nuestros padres, en virtud de que nuestros abuelos también fueron educados de esa manera, al igual que nuestros bisabuelos, y así sucesivamente. Pero alguien tuvo que haber empezado esta tradición. Incluso podríamos remontarnos hasta la época en que los españoles arribaran.
Culpo expresa y rotundamente al clero de que seamos seres ignorantes, miedosos y conformistas. Y fundamento tengo para culparlo, pues evocando un poco las memorias de la historia, recién había terminado el milenario reinado de la Iglesia, sedienta aún de poder, allá a principios del siglo XVI, vio su grandiosa oportunidad en volver a comenzar otra inquisición en el nuevo continente. Y emprendieron el viaje, llegando a borrar culturas a diestra y siniestra, imponiendo su fe a punta de lanza, tal y como vinieron haciéndolo por los últimos diez siglos. Inculcando actitudes aberrantes como el bajar la cabeza, dejando de utilizar la razón deliberadamente y simplemente seguir como una vil oveja la "palabra de Dios" para así ser salvo. Y todos sabemos que no es exactamente lo que Jesús quiso decir en su momento, pues, si en mil años que las personas no pertenecientes ni al clero ni a la aristocracia, no sabían leer ni escribir, ¿ustedes creen que no le quitaron y le pusieron a las Sagradas Escrituras cuanto les vino en gana, siempre velando por sus propios intereses?
Culpo al clero, de la ignorancia así como del conformismo que reina en la cultura de los mexicanos. Culpo a aquellos que interpretan estúpidamente pasajes tales como el que cita Mateo 5:3 (Bienaventurados los pobres en espíritu, pues de ellos es el reino de los cielos) aludiendo que mientras más hambrientos e ignorantes sean los creyentes, las puertas del Cielo estarán más abiertas para ellos.
Culpo al clero de que no exista hábito de lectura, y que simplemente el 8% de la población pueda tener acceso a educación superior, pues no le conviene que la gente conozca, no le conviene que la gente estudie. No le conviene que la gente razone ni tenga libre albedrío.
Culpo al clero por querer hacer sentir a seres humanos con capacidad de razonamiento y pensamiento impresionante, como una simple oveja más en el rebaño, que lo único que debe hacer es escuchar y obedecer, o se irá al infierno. Acuso al clero incluso de querer inmiscuirse en los asuntos del estado, contraviniendo lo establecido en el artículo 130 de nuestra Carta Magna, opinando las decisiones que éste último toma, a sabiendas de que carece total y rotundamente de calidad moral para hacerlo.
Hago un llamado al lector: Sabed que el que no piensa o no examina y se abstiene de investigar si lo que se le enseña o ha enseñado es cierto, no es hombre es una máquina. Dios nos ha dado la Razón para conocer la verdad y distinguirla del error, y el libre albedrío para elegir con fundamento, y el que no proceda así, aunque tenga la forma de humano, no posee el carácter de tal. Culpo y señalo al clero por querer quitarnos el carácter de seres humanos.
Es cuanto.
Omar Villagómez Macias.