www.elinstante.com.mx.- Los supervivientes de la ciudad de Sendai, en el noreste de Japón, afectada este viernes por el potente terremoto seguido de un tsunami, se preparaban para pasar la noche sin luz, por una avería en el tendido eléctrico, con frío y con el miedo metido en el cuerpo.
Poco después de la medianoche, todavía no se había restablecido la corriente eléctrica, mientras se sucedían réplicas violentas, dijo Makiko Tazaki, que reside en esta ciudad de un millón de habitantes, capital de la prefectura de Miyagi.
"Mi barrio está totalmente a oscuras. No tenemos ni luz ni agua potable", dijo a la AFP por teléfono. "Tampoco tenemos calefacción y hace frío".
Tazaki estaba sola en casa cuando sobrevino el terremoto.
"Me agarré a una columna", contó antes de agregar que tuvo la impresión de que había durado varios minutos.
"Me di cuenta inmediatamente de que se trataba de un terremoto que no tenía nada que ver con lo que había conocido hasta ahora. Estaba aterrorizada".
Esta mujer, que tiene un hijo de 11 años, se fue inmediatamente al colegio para asegurarse de que no le había pasado nada.
Todos los alumnos se habían congregado en el patio del colegio.
"Evacuaron el edificio a toda velocidad sin que les diera tiempo a llevarse nada con ellos. Los chicos se hacían los fuertes, pero algunas niñas estaban llorando", dijo.
Su casa está situada en un lugar elevado de la ciudad, lejos de la costa que ha sido devastada por el maremoto que siguió a la sacudida.
Según los medios de comunicación locales que citan a la policía, entre 200 y 300 cadáveres han aparecido en la playa de Sendai.
"He oído en la radio que había enormes daños en la costa. No me puedo creer lo que ha ocurrido", dice todavía impactada por lo vivido.
La Agencia Meteorológica japonesa anunció que el terremoto, de magnitud 8,9 grados, es el mayor que se ha registrado en Japón.
Las televisiones difunden imágenes de barcos volcados, vehículos y casas arrastrados por corrientes de barro y trozos de todo tipo de materiales que llegaron a la velocidad de un caballo a galope en las arterias de las ciudades portuarias de la costa pacífica.
En la prefectura vecina de Iwate, una ola de varios metros de altura penetró en la bahía de Rikuzen Takada, tomando incluso más fuerza y altura a medida que la desembocadura se estrechaba.
Edificios y viviendas han sido literalmente arrancados de cuajo por el maremoto y propulsados a varios metros al interior.
En las calles de las localidades de la costa, han aparecido enormes grietas en el piso, con cráteres en algunos lugares como si se hubiera producido una explosión, pruebas fehacientes, por si todavía la destrucción no ha sido suficiente, de la violencia del temblor.