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El toreo es sinónimo de triunfo, gloria y fracaso, pero también hay cornadas y se arriesga la vida.

El matador de toros español Saúl Jiménez Fortes sufrió ayer uno de los peores percances en la historia del toreo, con dos heridas graves en el cuello provocadas por un burel de 640 kilogramos de la ganadería de Salvador Domecq, durante el séptimo festejo de la Feria de San Isidro 2015, en la plaza de Las Ventas de Madrid.

Jiménez Fortes ya le había cortado la oreja al primero de su lote, gracias a una labor de valor y mucha entrega. Con el objetivo de llevarse un apéndice más para abrir la Puerta Grande y salir en hombros con toda la gloria a sus pies, el malagueño fue a buscar el triunfo a como diera lugar.

Recibió al sexto de la tarde de rodillas a portagayola, de nombre Droguero, herrado con el número 32 y de pinta colorada.

El drama ocurrió durante la faena de muleta. Al citarlo con la mano zurda, el astado no atendió el movimiento de la franela roja y éste lo embistió de lleno como un ferrocarril sin frenos.

El torero fue paseado de un pitón al otro, entre los gritos desesperados de los aficionados. Y en el suelo, el toro no falló. El cuerno izquierdo entró –como cuchillo en mantequilla en unos cuantos instantes– por el lado derecho del cuello del torero y salió por el otro costado.

El matador de toros se levantó y se tomó del cuello.

Se sintió herido cuando un mar de color rojo se desbordaba por la casaca verde del traje de luces que ayer vistió. Las asistencias corrieron y, en unos cuantos segundos, se lo llevaron a la enfermería para ser inmediatamente atendido por el doctor Máximo García Padrós.

Sin darse cuenta de la gravedad del percance, el torero pidió todavía que le dieran dos puntos de sutura para regresar al ruedo, según narró el propio galeno.

"Ha entrado andando, hablando y pidiendo que le diéramos por favor un par de puntos; que quería salir de nuevo a la plaza para rematar su faena. Hasta que se ha derrumbado por completo cuando le hemos quitado la chaquetilla y la camisa; se ha visto toda la sangre que estaba emanando de las heridas", dijo García Padrós.