Hoy es 28 de Noviembre de 2024

Tras más de un mes encerrado por el coronavirus en su residencia de las afueras de Moscú, el presidente Vladímir Putin acudió ayer por la mañana a la tumba al soldado desconocido junto a la muralla norte del Kremlin para depositar una ofrenda floral con motivo del 75 aniversario de la Victoria sobre la Alemania nazi en la Gran Guerra Patria, denominación que tiene en Rusia la II Guerra Mundial.

A continuación, en presencia de una unidad de la guardia de honor, de unas pocas autoridades y sin público, Putin pronunció una alocución transmitida por los canales de televisión en la que recordó a los caídos en aquella contienda, prometió que en otra fecha sin determinar tendrá lugar «dignamente» el gran desfile militar en la Plaza Roja y la marcha del Regimiento Inmortal, en la que la población con el presidente al frente camina con los retratos de sus familiares caídos en la conflagración contra los nazis. Terminó su breve intervención asegurando que «somos invencibles cuando estamos unidos».

Putin colocó primero un ramo de rosas rojas en la tumba al soldado desconocido y, tras su discurso, puso claveles en cada uno de los monolitos en recuerdo de las ciudades «héroes», Leningrado, Volgogrado (Stalingrado), Kiev, Moscú, Kerch, Minsk y otras siete más. Después, tuvo lugar una parada aérea con helicópteros y aviones de combate, en sustitución del desfile en la Plaza Roja que el máximo dirigente ruso canceló el mes pasado para evitar que se disparen los contagios de Covid-19. Han sido los fastos más modestos y desangelados habidos jamás antes en Rusia en una celebración semejante.

El Ejército Rojo culminó la toma de Berlín el 2 de mayo de 1945 y seis días después se produjo la capitulación. Pero, debido a la diferencia horaria, en la URSS siempre se festejó el Día de la Victoria el 9 de mayo, no el 8 como en los países de Occidente. Más de 26 millones de soviéticos perecieron durante la II Guerra Mundial, aunque algunos historiadores creen que el número fue muy superior. Putin ha hecho suya aquella victoria y la impone como un elemento imprescindible de demostración de patriotismo.

Por eso la intención del jefe del Kremlin, antes de que estallara la pandemia, era haber celebrado el aniversario por todo lo alto en Moscú, con la mayor asistencia posible de dirigentes extranjeros en un nuevo intento de realzar su imagen internacional.

Retroceso a los años 90
La epidemia también se ha llevado por delate los planes del máximo dirigente ruso de haber llevado a cabo una votación, el pasado 22 de abril, a fin de someter al criterio de la ciudadanía las reformas constitucionales que habrán de permitirle mantenerse en el poder hasta 2036. Es decir, añadir a los 20 años que acaba de cumplir otros 16 más.

Tampoco se presenta muy halagüeño el futuro económico del país, según las advertencias de los ministros de Finanzas y Economía, Antón Siluánov y Maxim Reshétnikov, que reconocen que habrá «turbulencias» con la fuerte depreciación que está experimentando el valor del petróleo, el parón de la actividad debido al confinamiento obligatorio y a la perspectiva de un aumento importante del desempleo. Por si no fuera suficiente, el primer ministro, Mijaíl Mishustin, enferma de coronavirus y es hospitalizado, debilitando así al Gobierno en un momento especialmente delicado. Según el economista Ígor Nikoláyev, «nuestra economía se precipita al nivel de los años 90».