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Violencia simbólica y poder en el lenguaje político
El discurso de odio en redes sociales no solo refleja prejuicios, sino que los refuerza, moldeando identidades y relaciones de poder. El caso de Brenda Rios ilustra la violencia simbólica que reduce la legitimidad política de las mujeres. Este discurso desincentiva su participación, normaliza la violencia de género y debilita la democracia.

Por redacción
10 de febrero de 2025
2 minutos
chihuahua, violencia de género, VPG
Desde la hermenéutica, el discurso de odio en redes sociales no solo refleja prejuicios arraigados en una sociedad, sino que también los moldea y refuerza al insertarse en el tejido discursivo cotidiano. La hermenéutica, entendida como el arte de interpretar textos y discursos, nos permite analizar cómo el lenguaje no solo comunica, sino que también construye realidades, identidades y relaciones de poder.

Analizando el caso de la diputada local Brenda Rios y el ataque político donde el presidente municipal utilizó su segundo nombre Francisca de manera despectiva, se observa un intento de descalificación que va más allá del debate político. Este acto de nombramiento no es neutral: en su uso peyorativo, carga con estereotipos de género y de clase, sugiriendo que ciertos nombres o identidades pueden ser motivo de burla o humillación. Desde una perspectiva hermenéutica, esto se puede interpretar como una estrategia discursiva para reducir su legitimidad política y reforzar un modelo de poder patriarcal.

Cuando este tipo de discurso es replicado en redes sociales, especialmente por perfiles masculinos, se convierte en una forma de violencia simbólica. Bourdieu define la violencia simbólica como aquella que se ejerce de manera indirecta a través del lenguaje y las representaciones sociales, generando una normalización de la desigualdad.

En este caso, la reiteración del uso despectivo del nombre no solo refuerza la descalificación de la diputada, sino que también establece un precedente: el de la burla como arma política y el de la subordinación de las mujeres en el espacio público.

El impacto en la sociedad es profundo. En primer lugar, este tipo de discursos pueden desincentivar la participación de las mujeres en la política, al mostrar que la exposición pública conlleva ataques que no se dirigen a sus ideas, sino a su identidad personal.

En segundo lugar, refuerzan un clima de hostilidad en redes sociales, donde el debate se ve reemplazado por el insulto, lo que debilita la democracia y la deliberación pública.

Finalmente, contribuyen a la construcción de una cultura donde la violencia de género en el discurso se vuelve normalizada y aceptada, perpetuando dinámicas de exclusión y desigualdad.