Margaret Thatcher, la primera mujer que alcanzó el cargo de primer ministro de Reino Unido y que transformaría la vida política británica desde aquella primavera de 1979 hasta nuestros días, ha fallecido en su domicilio a los 87 años. Según han anunciado sus dos hijos gemelos, Mark y Carol, a través de su portavoz de siempre, lord Bell, lady Thatcher falleció "de forma pacífica" víctima de una embolia cerebral.
Thatcher, que gobernó Gran Bretaña entre 1979 y 1990, transformó profundamente la vida política y económica del país y de alguna manera vino a rememorar las viejas glorias imperiales ya perdidas. Pero fue también una figura profundamente polémica que dividió al país en dos mitades opuestas. Acabó con el poder de los viejos sindicatos y no tuvo reparos en atacar los privilegios de la vieja casta dominante a favor del capitalismo popular y de las clases medias.
Pero, quizás paradójicamente, su revolución económica no significó le creación de un país mucho más eficiente. Detrás del espejismo del poderío financiero, cuyos cimientos de barro han quedado al descubierto desde la crisis financiera, Reino Unido sigue siendo un país que vive fundamentalmente del tirón del sector público, con profundas diferencias entre el norte y el sur. Su dogmatismo le llevó a negar la necesidad de la presencia del Estado en muchos ámbitos de la vida cotidiana que a la postre acabaría llevando a un profundo deterioro de los servicios públicos esenciales, como la sanidad, la educación y el transporte.
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Esa herencia, en gran parte con connotaciones puramente ideológicas, acabaría condicionando gran parte de la gestión económica de los laboristas cuando volvieron al poder en 1997 y a su vez ayudó a que la herencia recibida por los conservadores en 2010 estuviera aún contaminada por las consecuencias en las cuentas públicas de los abusos en los años de Thatcher.
Aunque lady Thatcher llevaba ya tiempo retirada de la vida pública y sus problemas de una incipiente demencia quedaron de relieve en una famosa película en 2011, su muerte ha pillado por sorpresa a la clase política.
El primer ministro David Cameron se encontraba de viaje en Madrid, ha cancelado la segunda etapa de su viaje europeo que le iba a llevar a París. "Hoy hemos perdido a un gran primer ministro, a un gran líder, a una gran británica" que "salvó" Reino Unido, declaró Cameron en Madrid.
La reina de Inglaterra, Isabel II, también ha manifestado su "tristeza" por el fallecimiento.
Nacida el 13 de octubre de 1925 en Grantham (norte de Inglaterra), la política tory procedía de una familia de modestos recursos pues su padre había sido propietario de dos tiendas de comestibles.
Con tesón y estilo agresivo a la hora de negociar, Thatcher se atrevió con todo, desde la casi destrucción de los sindicatos, sus críticas a la desaparecida URSS, el enfrentamiento con el IRA, la defensa de los intereses británicos frente a Europa y un conflicto armado en 1982, cuando envió tropas al Atlántico sur para defender las islas Malvinas de la ocupación argentina.
La fuerte voluntad y la determinación de Thatcher le valieron el nombre de la Dama de Hierro, apodada así en su día por los medios soviéticos por su férrea oposición al comunismo.
Con gran capacidad para el estudio, Thatcher ingresó en un colegio secundario público de carácter selectivo y consiguió entrar en la Universidad de Oxford, donde estudió Química.
Pronto se daría cuenta de que su pasión era la política, por lo que estudió Derecho y se graduó como abogada en 1954.
El paso más importante lo daría en 1959 cuando fue elegida diputada por la circunscripción de Finchley (norte de Londres), lo que le permitió ocupar la subsecretaría de Estado de Pensiones en el Gobierno de Harold Mcmillan (1957-63). Después desempeñaría diversos cargos en su partido cuando estaba en la oposición hasta 1970.
Con la victoria del tory Edward Heath en 1970, Thatcher se encargó de la cartera de Educación, pero cuando los conservadores perdieron las elecciones generales en 1974, desafió ese liderazgo y, para sorpresa de muchos, salió victoriosa.
Desde entonces, su carrera hacia el número 10 de Downing Street, residencia de los primeros ministros, fue meteórica al ganar los comicios de 1979 en un momento en que el Partido Laborista estaba debilitado y el país parecía paralizado por las huelgas y la crisis económica.
Su llegada al poder supuso una completa transformación de Reino Unido al apoyar la privatización de industrias estatales y el transporte público (trenes y autobuses); la reforma de los sindicatos, a los que prácticamente despojó de poder, la reducción de los impuestos y del gasto público y la flexibilidad laboral.
Las medidas pronto consiguieron rebajar una inflación que parecía no tener freno, pero tuvieron un coste muy alto para la población británica por el aumento del número de parados.
La euforia inicial por su llegada al poder se transformó pronto en frustración, a tal punto que los sondeos presagiaban su derrota en las elecciones generales de 1983.
Sin embargo, la inesperada ocupación de las islas Malvinas por parte de los militares argentinos el 2 de abril de 1982 cambió el rumbo de la historia.
La victoria de los británicos en junio de ese año selló el destino, y la fama, de la Dama de Hierro, que se alzó con la victoria en las generales de 1983.
Con ese triunfo vendrían los años duros de Thatcher, que no dudó en continuar con el congreso anual de su partido en Brighton (sur de Inglaterra) cuando el IRA perpetró en 1984 un atentado contra el hotel donde se celebraba, o cuando se enfrentó a los mineros, a los que derrotó en 1985, después de un año de enfrentamientos por el cierre de pozos de carbón.
También marcaron los años de Thatcher su fuerte alianza con el entonces presidente de EEUU Ronald Reagan y su oposición al comunismo, si bien se dejó seducir por el carisma del reformador soviético Mijaíl Gorbachov.
Pero el declive de Thatcher llegó a finales de los ochenta con su impopular poll-tax, un impuesto municipal cuyo impago se castigaba con la negación del derecho al voto, además de su continua intransigencia sobre la integración europea.
Su caída por el controvertido impuesto no vino de la mano del votante, sino de su propio partido, que el 22 de noviembre de 1990 la castigó con una revuelta interna por su implacable determinación, la misma que la llevó al poder.