Hoy es 06 de Octubre de 2024

Soy Helena Klassen Neufeld tengo de 39 años de edad me dedico al hogar, el comercio y soy asesora del ICHEA, casada con el señor Pedro Neufeld Thiessen y tengo dos hermosas hijas, Sonia y Celina.

Busqué ser asesora del ICHEA porque hace tiempo los jóvenes me preguntaban por clases de español yo no tenía tiempo de enseñarles, pero un día pensé que podía y empecé poco a poco con 26 niños, buscaba libros, módulos y así fui encontrando los materiales para empezar más sin embargo no conforme con ello empecé a buscar por Internet un lugar donde pudiera obtener material didáctico para enseñar español y encontré la página del INEA.

Investigue donde estaban sus oficinas y personal del ICHEA me orientó a ingresar como promotora en el año 2012, luego me convertí en asesora dando clases, empezando con 12 personas, inicie en la cochera de mi casa a dar asesorías después nos fuimos a la bodega de la veterinaria de mi esposo porque cada vez eran más las personas que se acercaban, en la actualidad sigo siendo asesora y orientadora educativa y ofrezco el servicio a casi 400 menonitas.

Durante estos años no tengo la cuenta exacta cuántos certificados hemos entregado a los niños y jóvenes de la comunidad menonita del Municipio de Riva Palacio y de las colonias Manitoba y Swift Current, probablemente sean de primaria 800 y de secundaria más de 1000; por mi formación tradicional he tenido la oportunidad de hablar el Plautdietsch, Alemán, Inglés y Español; ventaja que me da la oportunidad de comunicarme con mas personas, muchos jóvenes menonitas me buscan por WhatsApp en idioma inglés buscando les oriente para inscribirlos en el ICHEA.

Me preocupan las personas que no estudian porque se tiene la creencia en la comunidad menonita que los niños tienen que dedicarse a las labores del campo, a la agricultura, pero eso ya no es cierto, ya no hay tierras y cada vez menos agua, y me pregunto que esos niños que van hacer y yo qué puedo hacer para que ellos tengan un futuro mejor; también me da tristeza el encontrarme con niños menonitas que no saben escribir su nombre y tampoco saben leer y para mí es un compromiso ayudarlos para buscar que tengan un futuro mejor.

Gracias a Dios para ser asesora de ICHEA tengo el apoyo de mi familia, mis hermanos, mis hijas, mis papás y mi esposo, este apoyo hace posible que pueda ofrecer los servicios de ICHEA a los jóvenes que necesitan, les doy asesorías, les entrego material didáctico, les aviso cuando les tocan exámenes, organizo el lugar de la aplicación de los exámenes en la veterinaria y en los campos donde se apliquen, y lo más importante los motivo en su empeño para que en poco tiempo pueden terminar su educación básica, puedan escribir y poner su nombre.

Pero hay algo que me preocupa, el ICHEA me debe mi pago por mi trabajo, ingreso que ocupo para sacar adelante a mi familia y los compromisos que tengo para pagar el aula donde doy las asesorías y se aplican los exámenes; en abril del año pasado, enero y febrero del presente no lo he recibido para poder seguir dando el servicio de educación a la comunidad menonita, invitamos al director del ICHEA, al profesor Mario Eberto Jabalera Lino a una graduación que se efectuó el pasado mes de octubre, donde a pesar de confirmar su asistencia no nos acompañó y mi intención era que conociera lo que estamos haciendo con la educación de jóvenes y adultos de los campos menonitas.


Estoy triste porque siento que el ICHEA no valora mi trabajo, porque no tienen idea del servicio educativo
que facilitó a mi comunidad, si el ICHEA no me necesita que me diga para hacer otras cosas, Dios me dio prestados cinco hijos y siento como una misión en la vida, mientras tenga energía, la oportunidad de atender a la mayor cantidad posible de jóvenes para ayudarlos y que sigan adelante.
He tenido que cancelar las aplicaciones correspondientes a este mes porque me preocupa y tengo el temor de que el programa educativo del ICHEA desaparezca y que la gente que atiendo me reclame por qué todos confían en mí.

Los menonitas despiertan a las seis de la mañana y después de la ordeña despacho a mis hijas a la escuela y me voy a visitar a los jóvenes, para preparar las asesorías que tengo programadas y así hago mi recorrido hasta la colonia del ojo de la yegua y ya noche cansada pero contenta regreso a mi casa para estar con mi familia después de una hermosa jornada.

Hay veces que mis hijas me reclaman que no podemos salir los domingos porque siempre estoy ocupada con la atención del servicio educativo a los jóvenes que tengo la necesidad de atender.