Hoy es 06 de Octubre de 2024

Los lideres sindicales gozan de fortunas y riquezas a base del sudor de los trabajadores. Debido a eso, para que un líder abandone su puesto, tendría que llegar el fin del mundo, o una reforma constitucional, y para que pase alguna de estas dos suposiciones, es necesario elaborar un plan maquiavélico y estar completamente decidido, ya que lo más seguro es que termine convirtiéndose en duelo de titanes .

En mi opinión, hay dos sindicatos monstruosos en México, y en esta ocasión me enfocaré solo en el sindicato de Pemex, dejando de lado al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), por el momento.

El Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana, se constituyó en 1935, y desde el gobierno de Lázaro Cárdenas hasta el gobierno de José López Portillo donde Petróleos Mexicanos pasaba por uno de sus puntos de inflexión, económicamente hablando. El sindicato fue pilar fundamental en la economía del país, de aquí que la fuerza sindical creció exponencialmente.

Dentro de los dirigentes del STPRM, encontramos a La Quina, quien fue un aguerrido líder sindical que mantuvo el poder de la organización durante 30 años; líder sindical que fue encarcelado durante el gobierno de Salinas de Gortari después de una guerra declarada, y al lograr despojar del poder a La Quina, llegó el turno de Romero Deschamps.

Romero Deschamps fue el sucesor de La Quina, y tal era la costumbre de la gloria, la fama y el poder, que también él duro alrededor de 30 años al frente del sindicato. Romero Deschamps, se jactaba de que tal era su poder dentro del sindicato, que él era capaz de poner o quitar presidentes de México, y tal vez sí lo era, esto debido a la fuerza laboral que representaba en una de las paraestatales más importantes del país.

No se necesita mucha lógica para corroborar lo dicho por los lideres sindicales acerca de su autoridad, autoridad que se compara con los del poder ejecutivo, ya que como podemos ver la mayoría de los lideres han mantenido su plaza por varias décadas, no menos. Entonces, podemos asumir, que han sido testigos de 4 a 5 periodos presidenciales completos de México cada uno, apoyando candidatos y tumbando a otros.

Desde el gobierno de Luis Echeverría se planteó una política para reestructurar la manera en que se organizaban los gremios de los trabajadores, y fue en este periodo y en el de Salinas de Gortari, donde se escribió a manera de manual, que la única manera (o al menos la más practica para el gobierno en turno) era volcar al pueblo en contra del sindicato hasta lograr asfixiarlo y retomar el control de éste. Tal es el caso, que el actual presidente López Obrador, emprendió una reestructuración completa de Pemex, y a sabiendas del monstruo con el que se enfrentaría, empezó la cruzada contra el único amo y señor, Romero Deschamps (dueño del STPRM).

López Obrador tenía que idear un plan que necesitaría un proceso minucioso de trabajo, casi de maquinaría de reloj, y más que nada, necesitaría bastante apoyo.
No evadiré ciertas verdades antes de abordar el trasfondo del proyecto, así que mencionare, creo yo, dos de las más importantes:
Pemex se encuentra entre las empresas más endeudadas del mundo. Tampoco evadiré que la quiebra se ha debido, entre muchas cosas, al saqueo descarado de los gobiernos y del sindicato.
Dicho esto, les platicare del susodicho designio.

La Guerra contra el Huachicol:
Es verdad que Pemex sufre del robo de combustible desde hace años, y sabemos que en esta actividad participan desde huachicoleros, técnicos y directivos de Pemex.

El huachicoleo se convirtió en una practica ilegal que genera perdidas de hasta sesenta mil millones de pesos anuales, lo que significa la misma cantidad en ingresos para las diferentes redes criminales de huachicoleros. Es por eso, que López Obrador cerró ductos, compró pipas, empezó una cacería de brujas dentro de Pemex, hubo denuncias, ataques mediáticos, y un sin fin de tareas empeñadas a terminar con esta actividad, pero el trasfondo del caso, sin desestimar los datos antes mencionados, era obtener el control total de Pemex y a su vez el del Sindicato Petrolero.

Pues así, de un día para otro, la guerra terminó, la victoria se había concretado y el robo de combustible se había terminado. Y tal era la evidencia, que Romero Deschamps había abandonado el sindicato abriendo la puerta para un nuevo líder dispuesto a trabajar de la mano del presidente en turno.

Hay quienes aseguran que la Guerra contra el Huachicoleo fue una farsa, y datos duros de Pemex aseguran que el robo de combustible sigue afectando las ventas de Pemex, sin embargo, la victoria fue mediática, ¡y sí!, fue una victoria tajante de un día para otro. Es por esto, que creo que la forma no era importante, sino el fondo: volcar al pueblo mexicano en contra del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana.


Por: Pablo Alvidrez